El paradigma de liderazgo ha evolucionado drásticamente en las últimas décadas.
Es común encontrar en LinkedIn diferentes publicaciones que hablan de este tema, incluso se encuentran diferentes memes que hacen referencia a las diferencias de los modelos de liderazgo, las comparaciones entre un jefe y un líder y cómo el feedback es clave en el día a día corporativo.
“El feedback es el puente entre la actuación actual y el potencial futuro”
— John Whitmore
Aquí conectamos con la frase de John Whitmore, que hace referencia a este último elemento. El feedback no solo es una herramienta de evaluación, sino un proceso continuo de crecimiento, una vía que conecta lo que somos con lo que podemos llegar a ser. Pero, ¿cómo convertirlo en un pilar dentro de las organizaciones?
Más allá de lo que nos cuentan las redes o las teorías de autores y empresarios, en torno a la importancia del feedback y el rol que cumple en la cultura organizacional moderna, esta reflexión llegó después de una situación interna con el equipo, en la que después de analizar resultados de la encuesta de satisfacción de todas las áreas, uno de los comentarios recurrentes entre el equipo fue la necesidad de tener espacio de feedback oportunos y constantes.
Consolidar una cultura abierta al feedback es clave para el éxito de cualquier organización. Es vital que el intercambio de ideas y opiniones sea fluido, no solo de líder a colaborador, sino también en sentido inverso. Cuando los colaboradores sienten que su voz es escuchada y valorada, su motivación aumenta y, como resultado, también lo hace su compromiso con la empresa.
El feedback efectivo requiere más que reuniones esporádicas; se trata de un diálogo constante, una conversación que permite identificar áreas de mejora, pero también reconocer los logros. En un entorno donde el feedback es parte del ADN corporativo, los colaboradores se sienten respaldados, no solo en su crecimiento profesional, sino también personal.
Un buen líder sabe que la comunicación es clave para consolidar equipos sólidos. La forma en que se entrega el feedback puede marcar la diferencia entre el crecimiento y la desmotivación. Los líderes que fomentan la confianza y la apertura logran que el feedback sea recibido como una oportunidad, no como una crítica. Estos líderes entienden que el feedback no se trata solo de corregir el presente, sino de construir el futuro.
Los mejores líderes también son aquellos que están dispuestos a recibir feedback de su equipo. Esta dinámica en ambas direcciones fortalece la confianza mutua y permite que los equipos operen con mayor transparencia y eficiencia. Los colaboradores que pueden expresar sus preocupaciones o sugerencias directamente a sus líderes suelen sentirse más comprometidos y alineados con los objetivos de la empresa.
Cuando el feedback se convierte en un hábito y se comunica de manera clara y efectiva, los equipos se consolidan. Un equipo que sabe que puede expresar sus ideas, opiniones y preocupaciones sin miedo a represalias es un equipo más unido. La comunicación abierta permite que los colaboradores se sientan valorados, escuchados y motivados para alcanzar su máximo potencial.
Los equipos que operan bajo este principio se vuelven más resilientes, productivos y adaptables, lo que se traduce en mejores resultados organizacionales. La clave está en construir un entorno donde el feedback sea parte del día a día, un recurso continuo para el desarrollo y la mejora constante.
El feedback, como lo expresa Whitmore, es el puente que une el presente con el futuro. Es una herramienta poderosa cuando se utiliza de manera efectiva y dentro de una cultura que lo promueve de forma abierta y constante. Las organizaciones que lo integran en sus procesos y que fomentan la comunicación efectiva verán equipos más comprometidos, motivados y, sobre todo, con un potencial cada vez más grande. Al final, el feedback es más que una evaluación: es la guía que lleva a los colaboradores y a la empresa hacia el futuro.